Reportaje
Calles
estrechas llenas de historia, adoquines testigos del paso del tiempo, esquinas
apropiadas por músicos callejeros, bares frecuentados por los más bohemios. El
Tubo de Zaragoza es, desde hace más de cincuenta años, uno de los rincones con
más encanto de la ciudad.
Mural en la pared de la calle de los Estébanes |
Visita
obligatoria para turistas y zona de evasión para residentes, este entramado de
calles situadas en pleno corazón de la ciudad ha sufrido un antes y un después.
Durante los años noventa estuvo a punto de caer en el olvido, el abandono
histórico que sufrió desencadenó el cierre masivo de negocios que llevaban más
de medio siglo abiertos. Y el olor a calamares fritos, que durante tanto tiempo
había inundado las narices de los transeúntes, dejó paso al abandono.
El restaurante
más antiguo de España: Casa Lac, situado en la calle de los Mártires, mantuvo las
persianas bajadas desde el año 2003 al año 2008, y cómo él, una sucesión de
bares y comercios que dejaron atrás una época. En el cartel colgado de la
puerta de la cervecería La Viña se podía leer "este establecimiento cierra
sus puertas después de 46 años de servicio, agradeciendo a su clientela la
atención hacia él”. Palabras que, a la clientela asidua, causaron un sentimiento
entre nostalgia y furor.
Pero
contra la degradación del barrio por parte del ayuntamiento, la lucha de los
vecinos por el resurgir del mismo. “Lo conseguimos con unión” afirma Maribel,
de la asociación de vecinos del Casco Viejo. Y a pesar de que estas calles se
siguen llamando igual, el abandono histórico le ha hecho adquirir una nueva
personalidad. Después de un paréntesis de más de cinco años, muchos de los
antiguos negocios han vuelto a abrir con el mismo nombre, como es el caso de
Casa Lac y Bodegas Almau, y otros han aprovechado para introducir entre la gastronomía
más tradicional platos novedosos “muy distintos
a los clásicos del Tubo”, cuenta el dueño de Uasabi, situado en la calle 4 de
Agosto, que ofrece al público tapas japonesas con un toque aragonés y
mediterráneo.
Bodegas Almau |
Una calle que no entiende de edad, que perdura en el corazón de Zaragoza como si realmente le diera vida. Aunque todavía se echa algo en falta para que todo sea como antaño. ¿Dónde está la viejecita que vendía cigarrillos? El tiempo, también ha pasado para ella.
Aquella cigarrera del tubo...
Aquella mujer que vendía tabaco sentada en el suelo de la calle de los Mártires de Zaragoza tiene nombre. Se llamaba Herminia Martínez, más conocida por todos como "la cigarrera del Tubo", y pasó más de la mitad de su vida vendiendo cigarros sentada en un taburete en pleno Casco Histórico. Fue leyenda popular entre los zaragozanos, todos la conocían y parece que se hacia querer. Falleció el 19 de febrero de 2011 debido a un cáncer de Páncreas, y en el mismo lugar donde ella se colocaba cada mañana podía leerse este cartel: "Siempre estarás en nuestros corazones. Zaragoza nunca te olvidará. Hoy lloramos por ti porque nunca podremos dejar de quererte".
Se instaló, como muchas vendedoras ambulantes, en los años 60 y ella fue la única que perduró en el oficio hasta nuestros días. Con ella perdimos otro pedacito más de la personalidad de la calle del Tubo, de personajes que lo hacían tan característico. Su hueco ya no lo ocupa nadie, el rincón donde se sentaba se ha quedado vacío.
Texto e imagen: Eva Aznar
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