REPORTAJE
Muchas películas han tratado de
retratar como puede ser la gloria y la caída de un boxeador. Sin embargo, la
realidad acaba reflejando este hecho mejor que cualquier producción cinematográfica La vida de Pedro Fernández, conocido por todos como Perico
Fernández, no podría haber sido escrita ni por el mejor guionista de Hollywood.
Los comienzos comienzos del púgil aragonés parecen escritos
con la misma tinta que las historias de los grandes nombres de este
deporte.
Nacido en Zaragoza en 1952, Perico Fernández se crió en
un hospicio cercano a la Plaza de Toros, donde miró a los ojos a la pobreza por
primera vez en su vida. Esta situación le hizo ver en el boxeo una oportunidad
que, de no ser por su talento innato, quizás hubiera terminado en fracaso. Sus
entrenadores no tardaron en ver el enorme potencial que el joven zaragozano escondía
en sus guantes. A pesar de su fama de no gustarle mucho los entrenamientos y la
consiguiente dejadez en los mismos, Perico tuvo unos inicios espectaculares.
Tras su primer combate en el año 72, dejó claro que no necesitaba
muchos asaltos para derrotar a sus contrarios. Su pegada era tan grande que
muchos pusieron en duda el nivel de sus rivales, llegando a decir que todavía
no se había enfrentado a boxeadores importantes. A pesar de esa etiqueta, tan solo un
año después se proclamó campeón de España.
Pero España no significa mucho para quien aspira a ser recordado
entre las leyendas de este deporte, y unos meses más tarde comenzó a
escribir su nombre con letras mayúsculas en la historia del boxeo.
Fue en 1974 cuando sus éxitos comienzan a materializarse.
En julio logra su primer gran título convirtiéndose en campeón de
Europa tras vencer Toni Ortiz por K.O técnico en el asalto 12. Puesto que nadie
apostaba mucho por el zaragozano en dicho combate, poco a
poco empezó a ocupar a lograr el lugar que buscaba y a ganarse el
respeto de sus rivales. Un
mes después defendió satisfactoriamente el cinturón y
le llegó su gran oportunidad: el campeonato mundial frente al japonés Lion
Furuyama.
A pesar de la enorme pegada del púgil aragonés, la pelea
tuvo que decidirse a los puntos. Los jueces dieron por vencedor a Pedro
Fernández proclamándose, hasta el momento, el único aragonés campeón mundial
del noble arte.
En su primera defensa del título volvió a sacar todo su
potencial y venció a su contrario por la “vía del cloroformo”.
Ese golpe parecía decir que aquel chico pobre, criado en un
hospicio, había llegado para quedarse y que iba a ser
muy difícil levantarle del trono.
Pero Bangkok fue el escenario
que marcaría un punto de inflexión en su carrera. En 1975, en su segunda defensa del campeonato, Perico cayó
derrotado por K.O ante el tailandés Suansak Muangsurin perdiendo el cinturón. Lo que parecía un
hecho puntual, al que le podíamos quitar importancia debido a que la
pelea tuvo lugar en Tailandia, se volvió decisivo al perder la
revancha en Madrid. Comenzó el principio del fin del peleador aragonés.
A partir de ese momento, empezaron a escribirse
las páginas más negras tanto de su vida como de su carrera deportiva.
A pesar de conseguir algún titulo
continental aislado, los combates que siguieron a su derrota en la capital
española no hicieron mas que manchar su nombre. El boxeador zaragozano ya
no era el mismo y en 1985, con 33 años, decide retirarse. Abandona los
cuadriláteros dejando un palmares de 82 victorias (47 por K.O), 28 nulos y 15
derrotas.
Tras unos años en los que no se sabía nada del
púgil, los periódicos comenzaron a hacerse eco de la situación en la que se
encontraba Pedro Fernández. La pobreza que le había acompañado en su infancia
regresaba casi 30 años después de bajarse del ring. Titulares como “Perico
Fernández vive en la indigencia”, “Perico al borde del K.O”, ilustraban su
estado actual. El día a día del campeón se había convertido
en un deambular sin rumbo por las calles de Zaragoza ante las miradas atentas
de quienes antaño le vieron levantar los brazos en señal de victoria.
Cuando el club de alterne Crazy Horse baja la persiana, un arruinado Perico
entra ha pasar las noches en una cama cedida por su amigo y propietario Jose
Luis Mariscal.
A sus problemas económicos hay que
sumarle su delicada salud, consecuencia de un abuso de alcohol y tabaco. Como
si de una tragedia griega se tratara, la vida del primer campeón del
mundo aragonés se ha convertido en un golpe capaz de knockearlo.
El 30 de Enero, grandes figuras del boxeo y del
deporte español, como Ángel Nieto o Sheila Herrero, se dieron cita en
una Gala Homenaje a Perico Fernández. El acto tuvo lugar en el Teatro Principal
con el objetivo de recaudar fondos para ayudar al boxeador a salir de la
situación en la que se encuentra. Su amigo y también campeón mundial
López Bueno fue el encargado de dar vida a ese proyecto. Otros nombres de
panorama aragonés como Enrique Bunbury han colaborado vendiendo camisetas del
peleador para contribuir a la causa. El acontecimiento logró animar a un Pedro
Fernández deseoso de superar las circunstancias en las que se
encuentra, las cuales se han vuelto el combate más duro de su carrera.
Juan Luis Saldañá, periodista y compañero en la
General TV, escribió un libro de poemas titulado Perico Fernández que estas
en los cielos. Pero no ha sido el único que ha buscado ensalzar la figura
del púgil maño. El ya nombrado Enrique Bunbury lo incluyó en la portada interna
de su álbum Flamingos, en donde Pedro aparecía como
entrenador.
Ésta es la historia triste y amarga de un
boxeador que, de haber nacido en Estados Unidos, habría sido retratado en
numerosas películas y considerado un héroe que actualmente ha perdido
sus guantes. Pero le tocó nacer en una tierra en la que tan sólo unos pocos
deciden dedicar unas palabras a su figura, y en donde el resto lo mira sin
saber quién fue y sólo ven lo que es ahora.
Para saber más de este boxeador recomiendo el programa que Informe Robinson dedicó al zaragozano. Podéis verlo aquí: Informe Robinson - Perico Fernández
Texto: Nacho Enjuto Sahún
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